José Luis Solleiro y Olivia Mejía (Universidad Nacional Autónoma de México)

La agricultura orgánica ha tenido un avance espectacular en México. Es un sistema de producción que propicia el aprovechamiento óptimo de los recursos naturales, especialmente, mantener y mejorar la fertilidad de los suelos y la actividad biológica. Este método es conocido porque permite producir alimentos libres de residuos químicos, pues se basa en el uso de fertilizantes y plaguicidas libres de sustancias químicas; también busca mantener la diversidad genética del sistema y su entorno, la protección al medio ambiente y la salud humana. (SAGARPA, s/f; Rivera, 2016).

Los productos de origen animal también entran en la categoría de orgánicos, como la leche, huevo y carne, cuyo origen debe ser de animales alimentados solamente con productos orgánicos, que han pastado al aire libre y no hayan consumido hormonas o antibióticos. (González, s/f).

Los productos orgánicos se identifican mediante una certificación obligatoria que asegura la calidad del producto, ésta es expedida por agencias internacionales especializadas, así como por algunas autoridades gubernamentales de México y de otros países. (González, s/f). Esta certificación suele ser compleja e imponer costos adicionales a los productos.

Los productos orgánicos tienen una demanda creciente a nivel nacional e internacional, y se estima que esta tendencia se mantendrá en los siguientes años. Si bien las estadísticas sobre estos productos en México no coinciden, de acuerdo con SAGARPA, en la actualidad, México es el cuarto productor mundial de alimentos orgánicos, con una superficie de casi 169,000 hectáreas, de éstas se han certificado por parte de empresas autorizadas, 88,300 ha, beneficiando alrededor de 2.3 millones de productores nacionales. (SAGARPA, 2016). González (s/f), en la página de Mexicampo, refiere que , en 2012, se había llegado a una superficie de casi 400 mil hectáreas con alrededor de 140 mil productores. La discrepancia en las cifras es evidente, lo cual deja claro que, para diseñar una política de fomento a la agricultura orgánica, lo primero que se requiere es tener datos confiables.

El número de cultivos orgánicos en el país asciende a más de 45, entre los que destacan por superficie cultivada café (48%); aguacate (15%), hortalizas (9%), hierbas aromáticas y alimenticias (8%). Los estados productores de orgánicos son Chiapas, Oaxaca, Michoacán (concentran el 50% de esta actividad), Chihuahua y Guerrero (González s/f; SAGARPA, s/fa). Los primeros productos orgánicos nacionales certificados fueron miel, manzana, aguacate, café, mango, mora azul y vino de mesa.

El 85% de la producción orgánica del país se exporta principalmente a mercados de Europa y Estados Unidos, en 2015, las exportaciones que realizó México de este tipo de productos alcanzaron los 136 millones de dólares; mientras que el 15% restante se consume a nivel nacional. (SAGARPA, 2016). Es claro que estos productos siguen dedicándose a nichos de mercado de consumidores de altos ingresos, dispuestos a pagar precios altos por su percepción de los beneficios ambientales y de salud.

Efectivamente, en los últimos años, la agricultura orgánica se ha convertido en una tendencia social que paulatinamente ha penetrado en el país. (Rivera, 2016; SAGARPA, 2016). El mercado interno ofrece productos orgánicos principalmente en tiendas de autoservicio y tiendas especializadas a precios altos, cuyas ventas se han incrementado 20 y 10 por ciento respectivamente. No obstante, el mercado local sigue siendo incipiente, pues casi no existe apoyo gubernamental a la comercialización de estos productos. (González, s/a). Por ello, la falta de difusión y los altos precios, son factores que limitan el consumo local de productos orgánicos.

Cabe destacar que, la producción orgánica en México es de gran importancia social, pues es una actividad en la que participan los sectores más pobres del medio rural, grupos indígenas (representan poco más del 50% de los productores) y pequeños productores de escasos recursos. El problema radica en que estos productores no siempre captan la renta derivada del precio alto que pagan los consumidores, por lo que debe pensarse en la mejora de los canales de comercialización para que la distribución beneficie más al productor.

La producción orgánica en México es regulada por la Ley de Productos Orgánicos (LPO), los productos orgánicos son certificados por Organismos de Certificación acreditados, para que un productor pueda recibir el certificado orgánico y comercializar sus productos como tales, debe realizar las prácticas orgánicas por un periodo que está en función del tipo de producto, siempre verificado por un organismo de control autorizado. Para cumplir estos requisitos requieren que los productores accedan a mecanismos eficientes de asistencia técnica y a organismos certificadores que ofrezcan sus servicios a precios más accesibles.

Conforme a la LPO, la SAGARPA instaló en 2007 el Consejo Nacional de Producción Orgánica (CNPO), un órgano de consulta de la SAGARPA y representativo de los productores y agentes sociales relacionados con productos orgánicos. Se integra por 25 personas de diversos sectores: productores, procesadores, comercializadores, agencias de certificación, consumidores, académicos, investigadores, y dependencias como SAGARPA, SEMARNAT, SENASICA, Secretaria de Salud, COFEPRIS, ASERCA, SE y PROMÉXICO. (SAGARPA, s/fb).

Entre las dependencias que más destacan por su función se encuentran: SENASICA, es la instancia que regula la certificación, acreditación de los organismos de certificación, las sustancias o insumos permitidos, restringidos o prohibidos y el etiquetado entre otros; ASERCA realiza campañas de difusión del consumo de productos orgánicos certificados en los mercados nacional e internacional y SAGARPA-SIAP, brinda información estadística confiable del sector orgánico en México. (SAGARPA, s/fb). Es evidente que el papel que cumplen estas dependencias es importante, pero no suficiente para hablar de una política de impulso a este sistema productivo. Para incrementar la producción y disminuir sus costos, es indispensable que se fortalezca la oferta de servicios tecnológicos para productores y que las instituciones de investigación realicen proyectos para mejorar la base científica sobre la que puede incrementarse el rendimiento y la calidad. No se puede esperar un importante salto cualitativo y cuantitativo sin una acción concertada entre productores, autoridades y prestadores de servicios. Además, para aumentar el consumo nacional se requiere que los precios bajen y esto depende de reducir los costos, mejorar la difusión y comercialización. Todo esto se resume en dos conceptos: innovación y política de fomento.

Referencias

SAGARPA (s/fa), Tecnologías de mitigación, México. http://www.sagarpa.gob.mx/desarrolloRural/Documents/cambioclimatico/Tecnologias_mitigacion.pdf

González (s/f), La Agricultura Orgánica en México, Mexicampo,

http://mexicampo.com.mx/la-agricultura-organica-en-mexico/

SAGARPA (2016), Avanza México en la producción de alimentos orgánicos certificados, México, http://www.sagarpa.gob.mx/Delegaciones/distritofederal/boletines/Paginas/JAC0273-23.aspx

 

Rivera (2016), Agricultura orgánica, Milenio, México.